La luz que anunciaba la llegada de un nuevo día se filtraba por un lado de la cortina de su ventana, esa luz le daba justo en su rostro, por ello fue siendo un poco más consciente y fue saliendo poco a poco de su profundo sueño, la luz del día lo estaba haciendo salir de esa ensoñación que le daba una paz y una tranquilidad que hace mucho no había sentido. Su cuerpo estaba rodeado por una calidez que se sentía tan bien, su cabeza estaba sobre algo no muy suave, pero era algo cálido y su respiración era muy apacible. Con los ojos cerrados y sin mover ni un músculo, fue saliendo de su letargo y dándose cuenta de lo que sucedía en su cama. Abrió un ojo, y cuando este se acostumbró a la luz de la habitación, abrió el otro. Sin duda estaba en su casa, en su habitación y en su cama, pero él sentía que se encontraba flotando entre las nubes o acostado en ellas. Se dio cuenta que su mano derecha sostenía algo, al voltear su mirada vio que se trataba de una mano la cual sostenía. Giró su cabeza
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